El nacimiento de Gamito fue como el de Gila, yo no estaba en casa.
Corría el año 1998, yo era estudiante de magisterio, integrante del grupo de teatro de la Universidad y un humor rápido y espontáneo. Nos pasábamos los días realizando trabajos para conocer la psicología de los niños, como entretenerlos, conocer sus intereses…
En el metro
En eso estaba cuando una mujer, en el metro, se acercó al grupo y nos preguntó ¿sabéis hacer marionetas?, busco animadores infantiles y nos dejó una tarjeta. Intrigado, la llamé y fui a su oficina en la calle Orense. Me explicó que se dedicaba a organizar fiestas y que la estructura de la misma se basaba en un cuento creado por su padre, mi colaboración consistía en realizar malabares y organizar unos juegos. También me dijo que lo más importante era tener un nombre artístico, tras unos segundos de vacilación, el nombre vino solo … “Gamito”.
Mi «primera vez»
Cinco días más tarde me encaminaba a mi primera fiesta, con un traje de payaso hecho a medida, unas pelotas de malabares y tres o cuatro juegos que ahora mismo me daría vergüenza presentar en una actuación.
La fiesta fue en la zona del Parque de las Avenidas. El lugar, un salón de casa con un montón de piezas de cristal, que yo veía que iba a romper cada vez que lanzaba una pelota de malabares al aire. Mi compañera, una persona sin gran vocación pero que pasaba así algún fin de semana.
Encontré mi verdadera vocación
No fue ninguna maravilla, pero era la primera, posiblemente yo no sabía que continuaría 14 años o que había encontrado una gran vocación. El tiempo me ha ido mejorando, he buscado nuevos juegos, he introducido magia, he recibido cursos de clown e incluso he preparado cursos de payasos para otros animadores.
Muchas tardes de nostalgia recuerdo aquella primera fiesta, la persona que me introdujo en las fiestas y que cuando su familia se pudo hacer cargo de las actuaciones, dejó de contar conmigo, pero que me aportó 4 años de experiencias varias que ya os iré contando en próximas entradas del blog de Gamito.